Nuestro propio Sol podría representar el mejor dispositivo de comunicación que tenemos, si pudiésemos aprovechar su potencial, dicen los científicos.
Si pudiésemos usar la gravedad del Sol para crear un telescopio gigante, se podrían enviar y recibir señales intensamente amplificadas que podrían permitirnos llamar a una civilización alienígena, según proponen algunos investigadores.
De acuerdo con la relatividad general de Einstein, la descomunal masa del Sol curva el espacio-tiempo a su alrededor, lo cual curva los rayos de luz, que pasan cerca, como una lente gigante. Si se colocara un detector en la distancia focal adecuada para recolectar la luz, la imagen resultante se vería enormemente amplificada.
De acuerdo con la relatividad general de Einstein, la descomunal masa del Sol curva el espacio-tiempo a su alrededor, lo cual curva los rayos de luz, que pasan cerca, como una lente gigante. Si se colocara un detector en la distancia focal adecuada para recolectar la luz, la imagen resultante se vería enormemente amplificada.
La única pega es que el punto focal más cercano está a aproximadamente 550 veces la distancia entre la Tierra y el Sol.
No obstante, el aprovechamiento final de esta potencia podría permitir a la Tierra ver objetos lejanos, comunicarse con sondas interestelares, e incluso contactar con alienígenas, comentan los científicos. La técnica podría aplicarse a la luz óptica, o a longitudes de onda más grandes en el espectro de radio, por ejemplo.
Además, podría crearse una red aún más potente colocando naves repetidoras cerca de otras estrellas para formar “pasarelas de radio” a través de los grandes vacíos entre estrellas que debilitan y distorsionan las comunicaciones cósmicas.
“Si usamos el Sol como lente gravitatoria, podemos mantenernos en contacto con nuestras propias sondas a distancias interestelares considerables”, dice Claudio Maccone, director técnico de la Academia Internacional de Astronáutica con sede en París, y autor de un nuevo estudio sobre la mecánica de la técnica propuesta.
“Esto es clave para explorar nuestro vecindario galáctico en los próximos siglos”, señala.
Y las civilizaciones alienígenas podría haber descubierto ya este medio de llamada a larga distancia, comenta Maccone. De ser así, podríamos ser capaces de interceptar sus mensajes.
La investigación se detalla en un reciente ejemplar de la revista Acta Astronautica.
Llamando al espacio profundo
Para guiar a los róvers de la NASA en Marte, o decirle a la nave Cassini que tome imágenes de Saturnos, los científicos dependen de la Red de Espacio Profundo (DSN) de la agencia espacia de los Estados Unidos.
Los conjuntos de antenas de la red compactan suficiente energía para mantener a los astrónomos en contacto con las sondas gemelas Voyager, a unos 16 000 millones de kilómetros de la Tierra y volando a través del borde del Sistema Solar.
Esto, que puede parecer muy lejos, es una minucia cuando se compara con lo que hay entre el Sol y sus vecinos estelares más cercanos, el sistema estelar triple de Alfa Centauri, situado a 4,37 años luz, o unos 41 billones de kilómetros.
Comunicarse con alienígenas mucho más lejanos, o incluso con naves propias enviadas a misiones lejanas, es un problema real.
A través de estas distancias celestes, nuestras señales de comunicación electromagnética se hacen más débiles y confusas por el “ruido del espacio”, tal como la radiación de fondo cósmico de microondas, la reliquia en forma de calor del nacimiento del universo hace 13 700 millones de años.
Esta interferencia podría variar la mitad de la información intercambiada entre nosotros y unos intrépidos exploradores en Alfa Centauri, o sondas futuras, de acuerdo con los cálculos de Maccone.
Por lo que incluso si la humanidad empezase a saltar de estrella en estrella, permanecer en contacto podría ser imposible, señala Maccone.
“Para misiones interestelares, el problema número uno al que normalmente nos enfrentamos es que no sabemos cómo propulsar una nave tan lejos”, comenta Maccone, aunque “la comunicación es igualmente importante”.
Construir una pasarela
Para configurar una pasarela de radio, tendríamos que empezar por colocar satélites repetidores a la distancia mínima del Sol donde la luz curvada llega a un punto focal – unas 550 veces la distancia entre la Tierra y el Sol, o 550 unidades astronómicas (UA).
Luego, en el lado receptor – digamos, Alfa Centauri – se establecería una segunda estación de repetición para aumentar las señales entrantes y salientes.
Para la estrella mayor de Alfa Centauri, que es poco más masiva que el Sol, la distancia focal mínima resulta ser de 749 UA desde tal estrella.
Con repetidores en este lugar, la tasa de error entre los dos puntos caería de 1 entre 2 a 1 entre 2 millones – similar a la precisión lograda por la DSN de nuestro entorno solar local.
Se necesita una cantidad de potencia asombrosamente pequeña para transmitir: apenas un décimo de miliwatts, o varios órdenes de magnitud menos que las antenas de la DSN, según encontró Maccone.
Maccone también calculó los puntos focales y potencia de transmisión para otras dos estrellas cercanas: la estrella de Barnard, una pequeña enana roja, y Sirio, una gigante azul, que están situadas a 5,6 y 8,6 años luz respectivamente.
Una ‘idea que da que pensar’
Aunque puede llevar eones que la humanidad se traslade los 26 000 años luz hasta el núcleo de la Vía Láctea, y aún más llegar a la Galaxia de Andrómeda a 2,5 millones de años luz, Maccone demostró que las pasarelas de radio podrían permitir una lejana correspondencia.
Bob Cesarone, director de desarrollo de estrategias para la DSN en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, que no estuvo implicado en el estudio, dice que la pasarela de radio interestelar bidireccional de Maccone es “una idea que da que pensar mucho”.
Cesarone dice que tal sistema podría perfectamente suceder a la actual DSN, aunque las frecuencias ópticas – es decir, láser – parecen una solución a plazo más corto para lo que es, en cualquier caso, un problema al que la humanidad no tendrá que enfrentarse en décadas.
¿Está ET llamando a (nuestra) casa?
Si una civilización alienígena avanzada ha conectado las estrellas usando lentes gravitatorias, señala Maccone, el programa actual de búsqueda extraterrestre SETI podrían intentar fisgar en la conversación.
La Tierra tiene que estar en la línea de visión entre los dos extremos fijos de escucha, lo que es un obstáculo para desplegar tal sistema de comunicación.
Pero si los alienígenas han observado nuestro sistema solar con sus atractivos planetas interiores, podrían enviarnos una línea, dice Maccone, aunque una menos energética de lo que normalmente busca SETI.
“Ahora que sabemos que las estrellas son lentes muy potentes, podríamos esperar que las civilizaciones avanzadas transmitiesen con mucha menos potencia si saben aproximadamente dónde podríamos estar”, comenta Maccone.
No obstante, los ingenieros estarían muy ocupados desplegando una red de radio interestelar de lentes gravitatorias.
Para empezar, las estaciones repetidoras tendrían que permanecer alineadas con precisión entre sí y con sus amplificadores estelares a lo largo de distancias extremas, comenta Maccone.
Esto requerirá de sistemas de orientación y navegación celeste totalmente revolucionarios, tales como los GPS galácticos que usan púlsares.
Y aunque estas pasarelas de radio podrían ayudarnos a mantenernos en contacto, el límite Einsteniano universal de la luz (y por tanto de la información) indica que el diálogo tardaría mucho tiempo en cualquier caso.
Dada la distancia, un mensaje enviado a una colonia en un mundo habitable aún por descubrir en Alfa Centauri, del tipo de “Avatar”, tendría un tiempo de ida y vuelta de casi nueve años.
“En este momento, no hay solución al problema del retardo [temporal]“, comenta Maccone a SPACE.com. “Pero las buenas noticias son que tenemos una forma fiable de comunicarnos a través de distancias interestelares”.
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