miércoles, 11 de mayo de 2011

La construcción de carreteras con paneles solares nueva tecnología.

La construcción de carreteras con paneles solares nueva tecnología.
En un garaje de Idaho, lejos del rugido de la civilización, el ingeniero Scott Brusaw está construyendo un sueño llamado Carreteras Solares (Solar Roadways). El Departamento de Transportes de EEUU ha firmado con él con un contrato de 100.000 dólares y ha fijado una fecha, 12 febrero del 2010, para tener el listo el primer prototipo de panel solar que «servirá para revolucionar el modo en que nos movemos y conseguimos nuestra energía».


Scott Brusaw lleva soñando con las carreteras solares desde que jugaba al Scalextric de niño, pero la tecnología y los costes se interponían en su camino. Su punto de partida fue el cálculo que el experto en energía solar Nate Lewis lanzó hace tiempo: bastaría con instalar convertidores solares en el 1,7% del territorio nacional para satisfacer nuestra demanda energética. Esa misma proporción es la que cubre hoy por hoy la superficie asfaltada en EEUU, calentada a diario por el sol, esperando a que encontremos la manera de recoger la cosecha energética.
Experimentos pioneros

Mientras avanzan los experimentos como el del Instituto Politécnico de Worcester (WPI) para convertir el propio asfalto en 'colector' de sol y usar tuberías subterráneas para generar vapor y energía, Scott Busaw está desarrollando un concepto bastante más complejo, sobre la senda de «la gran convergencia entre la energía, el transporte y la infraestructura que se producirá en el futuro».

La base de sus carreteras solares son unos paneles de 30 por 30 centímetros, de apariencia no muy distinta a las placas fotovoltaicas. Los paneles constan básicamente de tres capas: la superficie está hecha de un material traslúcido, rugoso y de alta resistencia, para soportar el peso de los vehículos y permitir la tracción. La segunda capa es la electrónica, donde se absorbe y se almacena la energía, con células fotovoltaicas y diodos emisores de luz (LEDs) que permitirán iluminar o pintar la superficie de la carretera. La tercera capa servirá para distribuir la energía y albergar también los cables de fibra óptica para las comunicaciones.

Bushaw asegura que su visión será posible si se logra fabricar paneles a un coste medio de 5.000 dólares. Aunque el presupuesto total para reemplazar las carreteras de asfalto ascendería a 4.800 millones de dólares en Estados Unidos, el creador de Solar Roadways asegura que sus paneles tendrían una duración asegurada de 21 años y el precio final de sus carreteras se equipararía a las de asfalto.
Mismas prestaciones

El ingeniero eléctrico afirma que sus carreteras resistirán accidentes y serán inteligentes. Podrán generar calor para disolver la nieve y enviar mensajes a los automovilistas para hacer más fluido el tráfico. Contarán con aparcamientos y dispositivos para recargar los coches eléctricos. Según sus propias estimaciones, cada kilómetro y medio de carretera solar serviría para dar energía a 500 casas.

El plazo de entrega del primer panel será en algo menos de cinco meses. «El primer parking experimental con placas solares podría estar listo en poco más de un año», asegura Bushaw. «En tres o cuatro años podemos estar construyendo las primeras carreteras públicas en EEUU», añade.

La posibilidad de usar la red de carreteras para la captación de energía saltó hace dos años a la palestra en la reunión de la Sociedad Internacional de Pavimentos de Asfalto. Un estudio realizado por el Instituto Politécnico de Worcester concluyó en el «gran potencial del asfalto como colector solar».

En San Diego, California, empiezan entre tanto a brotar los primeros árboles solares de Envision Solar, con la ambición de capturar hasta 17.000 horas de luz al año y propiciar a la vez sombra a ocho coches. Los árboles solares han echado ya raíces en decenas de aparcamientos como el del Laboratorio Nacional de Energía Renovable de Golden (Colorado), donde se cuece el futuro de la energía solar, que aún no llega al 1% de los hogares en EEUU.
Solar en Estados Unidos

El desierto de Mojave -esa mítica extensión que separa Los Angeles del 'espejismo' de Las Vegas- fue el escenario elegido a finales de los años 70 para la primera planta a gran escala de energía termosolar: Solar One.

La termosolar emplea miles de espejos o heliostatos para calentar líquidos, producir vapor de agua y generar electricidad. Solar One fue construida con la esperanza de ensanchar el horizonte de la energía solar, pero la caída de los precios del petróleo y la llegada de Ronald Reagan a la Casa Blanca la relegaron a la categoría de proyecto experimental.

Ahora que la termosolar vuelve a experimentar un segundo amanecer, los eriales del Mojave se han convertido en codiciado objeto de deseo de compañías como Solel o Brightsolar, que acaba de renunciar por cierto a sus planes para construir una gigantesca planta de 500 megavatios y 2.800 hectáreas de superficie en una zona conocida como el Valle de la Bella Durmiente para convertirla en parque natural.

La oposición a la planta termosolar la encabezó David Myers, director de la Wildlands Conservancy, y desató una batalla entre los ecologistas. La senadora demócrata Dianne Feinstein encabezó las protestas, pese a que el proyecto contaba con el apoyo de Robert Kennedy Jr.. La renuncia al proyecto, según Myers, servirá de lección para que la industria de la energía solar entienda que «hay sitios buenos y malos para construir».

Brigthsolar se está plantenado nuevos emplazamientos en el estado vecino de Nevada, mientras que Solel sigue adelante con el Mojave Solar Park, otra gran poyecto termosolar de 553 megavatios.

Fuente: El mundo.es

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