Nasa lanzará en 2016 una misión nueva para explorar un asteroide, recoger una muestra de su superficie y traérsela a la Tierra para un análisis preciso. La agencia espacial ha seleccionado la misión OSIRIS-Rex (Origins-Spectral Interpretation-Resource Identification-Security-Regolith Explorer) entre los candidatos para su programa New Frontiers, (nuevas fronteras).
Este Será el tercero en integrar el programa después de la New Horizons, que ya esta de camino a Plutón, y de la Juno, que despegará en breve hacia Júpiter.
La OSIRIS-Rex ayudara a los científicos a aprender algunas cosas sobre cómo se originó el sistema solar. La recogida de muestras de un asteroide, un reto para Estados Unidos, ya lo consiguió hace poco tiempo por Japón, pero de una forma un tanto precaria. La meta ahora es tener suficiente material para un estudio más profundo.
La OSIRIS-Rex gano el proceso de selección ante otras dos propuestas: una captura de muestras de la cara oculta de la Luna y una misión de aterrizaje sobre Venus. El coste de la misión rondará los 800 millones de dólares, sin contar con el lanzamiento. Después de despegar en 2016, la nave hará un viaje que durara cuatro años hasta llegar al asteroide 1999 RQ36, en 2020. A unos 5 km de distancia de su objetivo, la nave le dedicará seis meses a estudiar su superficie. Una vez que se elija un punto adecuado para el aterrizaje, iniciará el descenso hasta tocar el suelo, en donde un brazo robótico obtendrá una pequeña muestra de material, que será transferida a una cápsula de descenso. Después del "despegue" y el viaje a la Tierra, esta última será soltada para un aterrizaje en 2023, en el llamado Test and Training Range de Utah. La cápsula se parecerá a la utilizada durante la misión Stardust, que trajo partículas del cometa Wild 2 en 2006. Una vez recuperada, la cápsula de la OSIRIS-Rex será llevada al centro espacial Johnson, en Houston, donde se extraerán sus contenidos siguiendo un protocolo muy estricto de seguridad.
El RQ36 es un asteroide pequeño, con un tamaño similar a cinco campos de fútbol (unos 600 metros de diámetro). Se debió formar de la misma nebulosa que creó los planetas, y permanece en un estado prístino. Podría ser rico en carbono y en otros elementos interesantes para la vida. La misión también intentará medir el llamado efecto Yarkovsky, el pequeño empuje proporcionado por el sol al calentar el asteroide, que absorbe su luz y la reemite en forma de calor. A lo largo del tiempo, este efecto puede influir en los movimientos del objeto y su composición. La información es muy importante para predecir el comportamiento de futuros asteroides que amenacen con cruzarse con la Tierra.
OSIRIS-Rex será una misión que estará coordinada por Michael Drake, de la University of Arizona en Tucson, que actuará como investigador principal. El Goddard Space Flight Center realizara tareas de apoyo general, mientras que la empresa Lockheed Martin Space Systems se encargará de construir la sonda. Varias universidades y centros de la NASA estarán implicados, como así también la agencia espacial canadiense, que aportará un instrumento importante.
Este Será el tercero en integrar el programa después de la New Horizons, que ya esta de camino a Plutón, y de la Juno, que despegará en breve hacia Júpiter.
La OSIRIS-Rex ayudara a los científicos a aprender algunas cosas sobre cómo se originó el sistema solar. La recogida de muestras de un asteroide, un reto para Estados Unidos, ya lo consiguió hace poco tiempo por Japón, pero de una forma un tanto precaria. La meta ahora es tener suficiente material para un estudio más profundo.
La OSIRIS-Rex gano el proceso de selección ante otras dos propuestas: una captura de muestras de la cara oculta de la Luna y una misión de aterrizaje sobre Venus. El coste de la misión rondará los 800 millones de dólares, sin contar con el lanzamiento. Después de despegar en 2016, la nave hará un viaje que durara cuatro años hasta llegar al asteroide 1999 RQ36, en 2020. A unos 5 km de distancia de su objetivo, la nave le dedicará seis meses a estudiar su superficie. Una vez que se elija un punto adecuado para el aterrizaje, iniciará el descenso hasta tocar el suelo, en donde un brazo robótico obtendrá una pequeña muestra de material, que será transferida a una cápsula de descenso. Después del "despegue" y el viaje a la Tierra, esta última será soltada para un aterrizaje en 2023, en el llamado Test and Training Range de Utah. La cápsula se parecerá a la utilizada durante la misión Stardust, que trajo partículas del cometa Wild 2 en 2006. Una vez recuperada, la cápsula de la OSIRIS-Rex será llevada al centro espacial Johnson, en Houston, donde se extraerán sus contenidos siguiendo un protocolo muy estricto de seguridad.
El RQ36 es un asteroide pequeño, con un tamaño similar a cinco campos de fútbol (unos 600 metros de diámetro). Se debió formar de la misma nebulosa que creó los planetas, y permanece en un estado prístino. Podría ser rico en carbono y en otros elementos interesantes para la vida. La misión también intentará medir el llamado efecto Yarkovsky, el pequeño empuje proporcionado por el sol al calentar el asteroide, que absorbe su luz y la reemite en forma de calor. A lo largo del tiempo, este efecto puede influir en los movimientos del objeto y su composición. La información es muy importante para predecir el comportamiento de futuros asteroides que amenacen con cruzarse con la Tierra.
OSIRIS-Rex será una misión que estará coordinada por Michael Drake, de la University of Arizona en Tucson, que actuará como investigador principal. El Goddard Space Flight Center realizara tareas de apoyo general, mientras que la empresa Lockheed Martin Space Systems se encargará de construir la sonda. Varias universidades y centros de la NASA estarán implicados, como así también la agencia espacial canadiense, que aportará un instrumento importante.
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