Un fósil de 3,2 millones de años de un hueso del pie apoya un bipedismo similar al humano moderno en la especie de Lucy, el Australopithecus afarensis.
Un hueso del pie fosilizado, recuperado en Hadar, Etiopía, demuestra que hace 3,2 millones de años, los ancestros de los humanos andaban de forma bípeda con un pie similar al del humano moderno, de acuerdo con un informe que aparece en la edición del 11 de febrero de la revista Science.
El fósil, un cuarto metatarso, o hueso medio del pie, indica que había presente un pie permanentemente arqueado en la especie Australopithecus afarensis. Los autores del informe incluyen a Carol Ward de la Universidad de Missouri y William Kimbel y Donald Johanson del Instituto de Orígenes Humanos de la Universidad Estatal de Arizona (ASU).
La investigación ayuda a resolver un viejo debate entre los paleoantropólogos que piensan que A. afarensis anduvo básicamente como los humanos modernos y los que creen que esta especie practicaba un medio de locomoción intermedio entre los cuadrúpedos escaladores de árboles como los chimpancés y el bipedismo terrestre humano. La cuestión de si A. afarensis había desarrollado arcos en los pies ha sido parte del debate.
El cuarto metatarso descrito en el informe de Science proporciona sólidas evidencias de los arcos y, según defienden los autores, apoyan un estilo de locomoción similar al humano moderno para esta especie. El espécimen se recuperó en Hadar 333, popularmente conocida como la “Excavación de la Primera Familia”, la fuente más rica de fósiles de A. afarensis de África oriental, con más de 250 ejemplares, representando al menos 17 individuos conocidos, hasta el momento.
“Este cuarto metatarso es el único conocido de A. afarensis y es una pieza clave para la evolución temprana de la inconfundible forma de andar humana”, comenta Kimbel. “El trabajo en curso en Hadar está generando raras partes del esqueleto que son absolutamente críticas para comprender cómo evolucionaron nuestras especies”.
Los humanos, de forma única entre los primates, tienen dos arcos en sus pies, longitudinal y transversal, que están compuestos de huesos medios del pie y soportados por músculos en la suela del pie. Durante la locomoción bípeda, estos arcos realizan dos funciones clave: palanca cuando el pie empuja hacia el suelo, y absorción del choque cuando la planta del pie se encuentra con el terreno en el final de la zancada. Los pies de los monos carecen de arcos permanentes, son más flexibles que los pies humanos y tienen dedos largos y muy móviles, atributos importantes para escalar y aferrarse a los árboles. Ninguna de estas características simiescas están presentes en el pie de A. afarensis.
“Comprender que los arcos del pie aparecen muy al inicio de nuestra evolución, demuestra que la estructura única de nuestros pues es fundamental para la locomoción humana”, señala Ward. “Si podemos comprender para qué sirve nuestro diseño y cómo la selección natural ha dado forma al esqueleto humano, podremos lograr una visión de cómo funcionan actualmente nuestros esqueletos. Los arcos de nuestros pies fueron tan importantes para nuestros ancestros como lo son para nosotros”.
Esta especie, cuyo espécimen más conocido es “Lucy”, vivió en África Oriental hace entre 3 y 3,8 millones de años. Antes de A. afarensis, la especie A. anamensis estaba presente en Kenia y Etiopía hace entre 4,2 y 4 millones de años, pero sus esqueletos no se conocen en profundidad. Con 4,4 millones de años el Ardipithecus ramidus de Etiopía es el ancestro humano más antiguo bien representado con restos esqueletales. Aunque Ardipithecus parece haber sido bípedo terrestre en parte,sus pues mantienen muchas características de los primates que moraban en los árboles, incluyendo un primer dedo del pie móvil y divergente. El pie de A. afarensis, como otras partes de su esqueleto, es mucho más similar al de los humanos vivos, lo que implica que en la época de Lucy, nuestros ancestros ya no dependían de los árboles para su refugio o recursos.
El proyecto Hadar es el programa de campo de paleoantropología de más larga duración en el valle del rift etíope, extendiéndose durante más de 38 años. Desde 1973, el trabajo de campo en Hadar ha producido más de 370 ejemplares fósiles de Australopithecus afarensis de hace entre 3,4 y 3,0 millones de años – una de las colecciones más grandes de fósiles homínidos de una única especie en África – así como uno de los fósules de Homo más antiguos conocidos y abundantes herramientas de piedra Olduvayenses (2,3 millones de años).
A través del Instituto de Orígenes Humanos de la ASU, el proyecto Hadar desempeña un papel importante en preparar a becarios etíopes a través de estudios de graduado y posdoctorales en los Estados Unidos. La promoción de la concienciación local sobre la importancia científica global y el legado cultural etíope de las excavaciones de Hadar también es una prioridad del proyecto. Adicionalmente, la fase de colecta de fondos de un “Centro Interpretativo de Hadar” planificado para la ciudad de Eloaha, a 30 kilómetros de la excavación, se completó con éxito el pasado enero de 2011.(Fuente original)
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