El misterio del planeta que jamas existió.
Una anomalía en la órbita de Mercurio hizo pensar a los científicos del siglo XIX que dicho fenómeno se debía a la existencia de Vulcano
México.- Fue uno de los enigmas que mantuvo en vilo a los astrónomos del mundo entero: la existencia del planeta Vulcano, predicha y calculada minuciosamente, pero que jamás fue observado mas que por algunos aficionados.
Todo comenzo en 1781, con el descubrimiento de Urano y la observacion de su orbita, que ponía en serios aprietos a las leyes de Newton. Su descubridor fue William Herschel, un músico y astrónomo de la corte de Jorge III. Quiso bautizarlo como "La Estrella de Jorge", pero la idea no caló fuera de Gran Bretaña, indica el rincondelmisterio.com
Conforme se obtenian datos sobre este planeta, nada se correspondia con lo que debia ser. Tenia una orbita diferente, e incluso algunos, los más osados, pusieron en entredicho las leyes de Newton a partir de ciertas distancias. Otros supusieron que debía haber otro planeta, aún no descubierto, que estaba influyendo en la orbita de Urano.
El frances Jean Joseph Leverrier (en la imagen) fue uno de estos últimos, y tras muchos años de cálculos y obervaciones, descubrió en 1845 un nuevo planeta, más allá de Urano. Justo en el lugar que predecian sus cálculos, acabó descubriéndose Neptuno, el octavo planeta, señala cienciadebolsillo.com
La mácanica de Newton volvía a triunfar, y funcionaba como un reloj. Pero había aún un pequeño problema. Se llamaba Mercurio, y sus movimientos tampoco eran los que serían de esperar.
Nuevamente, Leverrier intentó solucionar el problema. Predijo que las perturbaciones en la órbita de Mercurio tenían una causa similar a las de Urano, y por tanto existia otro planeta desconocido, al que llamó Vulcano.
El enorme crédito que ya tenía, bastó para convencer a la mayor parte de la gente de la existencia de Vulcano, un planeta que orbitaba entre Mercurio y el Sol. De esta forma se explicaban los extraños recorridos de Mercurio: Vulcano era la causa. Ahora lo que todo el mundo queria ver era el nuevo planeta.
Antes de tirar por la borda una teoría tan exitosa, el astrónomo francés Le Verrier propuso la existencia de un pequeño planeta que perturbaba su órbita. No era la primera vez. El propio Le Verrier había realizado una predicción similar basada en las irregularidades de la órbita de Urano. Y sus cálculos permitieron localizar el planeta Neptuno.
Esto trajo como consecuencia que muchos astrónomos buscarán el extraño cuerpo, que se encontraba muy cerca del sol. Le Verrier calculó exactamente dónde estaba el planeta, su órbita e incluso su masa.
Pero nadie lo encontró. Hasta que finalmente Edmonde Lescarbault, un médico aficionado a la astronomía, lo pudo ver. Describió todo con tanto lujo de detalles, que el propio Le verrier le creyó. A Lescarbault se le concedió, a propuesta de Le Verrier, la Legión de Honor Francesa.
Pero ningún observatorio conseguía ver a Vulcano. El planeta más cercano al Sol permanecía oculto y nadie se lo explicaba. De vez en cuando llegaban noticias de observaciones hechas en algún lugar remoto por un aficionado desconocido. Carecían de fiabilidad, y ni siquiera veían al planeta en los lugares previstos por los cálculos. Pero eso bastaba para acrecentar el misterio en torno a Vulcano.
Además otros astrónomos más prestigiosos y con mejor instrumental no conseguían encontrarlo. Y, por otro lado, seguía sin haber una explicación adecuada a los movimientos de Mercurio.
Finalmente, Le Verrier propuso una solución al problema: Vulcano estaba tan próximo al sol que era imposible verlo. De hecho, más de un astrónomo había sufrido daños oculares al intentar observarlo. Así pues, Le Verrier publicó que el planeta sólo podía ser visto durante los eclipses.
Sin embargo, esto nunca ocurrió. A pesar de que nunca se pudo ver a Vulcano ni comprobar su existencia, Le Verrier falleció creyendo que había descubierto otro planeta.
El misterio continúo durante medio siglo más hasta que Einstein formuló su teoría general de la relatividad. Su nueva interpretación de la gravedad implicaba ligeros cambios en la órbita calculada que encajaban exactamente con los movimientos de Mercurio, explica astropampa.com
Para los otros planetas eran cambios demasiado pequeños y no habían sido detectados. Vulcano se unió a la lista de satélites y planetas hipotéticos de nuestro sistema solar. Y el mundo lo olvidó hasta que llegó Star Trek para recuperarlo.
Una anomalía en la órbita de Mercurio hizo pensar a los científicos del siglo XIX que dicho fenómeno se debía a la existencia de Vulcano
México.- Fue uno de los enigmas que mantuvo en vilo a los astrónomos del mundo entero: la existencia del planeta Vulcano, predicha y calculada minuciosamente, pero que jamás fue observado mas que por algunos aficionados.
Todo comenzo en 1781, con el descubrimiento de Urano y la observacion de su orbita, que ponía en serios aprietos a las leyes de Newton. Su descubridor fue William Herschel, un músico y astrónomo de la corte de Jorge III. Quiso bautizarlo como "La Estrella de Jorge", pero la idea no caló fuera de Gran Bretaña, indica el rincondelmisterio.com
Conforme se obtenian datos sobre este planeta, nada se correspondia con lo que debia ser. Tenia una orbita diferente, e incluso algunos, los más osados, pusieron en entredicho las leyes de Newton a partir de ciertas distancias. Otros supusieron que debía haber otro planeta, aún no descubierto, que estaba influyendo en la orbita de Urano.
El frances Jean Joseph Leverrier (en la imagen) fue uno de estos últimos, y tras muchos años de cálculos y obervaciones, descubrió en 1845 un nuevo planeta, más allá de Urano. Justo en el lugar que predecian sus cálculos, acabó descubriéndose Neptuno, el octavo planeta, señala cienciadebolsillo.com
La mácanica de Newton volvía a triunfar, y funcionaba como un reloj. Pero había aún un pequeño problema. Se llamaba Mercurio, y sus movimientos tampoco eran los que serían de esperar.
Nuevamente, Leverrier intentó solucionar el problema. Predijo que las perturbaciones en la órbita de Mercurio tenían una causa similar a las de Urano, y por tanto existia otro planeta desconocido, al que llamó Vulcano.
El enorme crédito que ya tenía, bastó para convencer a la mayor parte de la gente de la existencia de Vulcano, un planeta que orbitaba entre Mercurio y el Sol. De esta forma se explicaban los extraños recorridos de Mercurio: Vulcano era la causa. Ahora lo que todo el mundo queria ver era el nuevo planeta.
Antes de tirar por la borda una teoría tan exitosa, el astrónomo francés Le Verrier propuso la existencia de un pequeño planeta que perturbaba su órbita. No era la primera vez. El propio Le Verrier había realizado una predicción similar basada en las irregularidades de la órbita de Urano. Y sus cálculos permitieron localizar el planeta Neptuno.
Esto trajo como consecuencia que muchos astrónomos buscarán el extraño cuerpo, que se encontraba muy cerca del sol. Le Verrier calculó exactamente dónde estaba el planeta, su órbita e incluso su masa.
Pero nadie lo encontró. Hasta que finalmente Edmonde Lescarbault, un médico aficionado a la astronomía, lo pudo ver. Describió todo con tanto lujo de detalles, que el propio Le verrier le creyó. A Lescarbault se le concedió, a propuesta de Le Verrier, la Legión de Honor Francesa.
Pero ningún observatorio conseguía ver a Vulcano. El planeta más cercano al Sol permanecía oculto y nadie se lo explicaba. De vez en cuando llegaban noticias de observaciones hechas en algún lugar remoto por un aficionado desconocido. Carecían de fiabilidad, y ni siquiera veían al planeta en los lugares previstos por los cálculos. Pero eso bastaba para acrecentar el misterio en torno a Vulcano.
Además otros astrónomos más prestigiosos y con mejor instrumental no conseguían encontrarlo. Y, por otro lado, seguía sin haber una explicación adecuada a los movimientos de Mercurio.
Finalmente, Le Verrier propuso una solución al problema: Vulcano estaba tan próximo al sol que era imposible verlo. De hecho, más de un astrónomo había sufrido daños oculares al intentar observarlo. Así pues, Le Verrier publicó que el planeta sólo podía ser visto durante los eclipses.
Sin embargo, esto nunca ocurrió. A pesar de que nunca se pudo ver a Vulcano ni comprobar su existencia, Le Verrier falleció creyendo que había descubierto otro planeta.
El misterio continúo durante medio siglo más hasta que Einstein formuló su teoría general de la relatividad. Su nueva interpretación de la gravedad implicaba ligeros cambios en la órbita calculada que encajaban exactamente con los movimientos de Mercurio, explica astropampa.com
Para los otros planetas eran cambios demasiado pequeños y no habían sido detectados. Vulcano se unió a la lista de satélites y planetas hipotéticos de nuestro sistema solar. Y el mundo lo olvidó hasta que llegó Star Trek para recuperarlo.
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