lunes, 16 de mayo de 2011

Los planetas cercanos a Enanas blancas podrían albergar vida

Los investigadores que se dedican a encontrar planetas con posibilidad de albergar vida o también conocidos como cazadores de planetas, que han descubierto cientos de planetas en la ultima décadas algunos de ellos con probabilidad de ser habitables, aunque no se puede estar seguro todavía.
Han llegado a una conclusión por medio de un reciente estudio, es que podría ser que uno de los mejores lugares para albergar vida seria en las conocidas estrellas llamadas "Enanas blancas".

Un astrónomo de la Universidad de Washington Eric Agol, sugiere que los planetas potencialmente habitables en órbita a estrellas enanas blancas podrían ser mucho más fáciles de encontrar que otros exoplanetas (planetas de otros sistemas solares) localizados hasta ahora.


Las enanas blancas, que son estrellas que se están enfriando y que han alcanzando la etapa final de su vida, suelen tener alrededor del 60 por ciento de la masa de nuestro Sol, pero comprimido en un volumen como el ocupado por la Tierra. Si bien las enanas blancas jóvenes comienzan estando muy calientes, se acaban enfriando, alcanzando temperaturas mucho más bajas que la del Sol, y emitiendo sólo una fracción de su energía, por lo que las zonas orbitales a su alrededor en la que los eventuales planetas podrían disfrutar de temperaturas aptas para la vida están significativamente más cerca de sus respectivas estrellas de lo que se encuentra la Tierra respecto del Sol.

Como argumenta Agol, si un planeta parecido a la Tierra está lo suficientemente cerca de su enana blanca, podría tener una temperatura estable el tiempo suficiente como para albergar agua líquida en la superficie, y eso es un factor importante para la habitabilidad de un planeta.

Las estrellas "enanas blancas" se convierten en tales tras haber pasado por otras fases, y una de ellas es ser estrellas parecidas al Sol. Cuando los núcleos de tales estrellas ya no pueden producir las reacciones nucleares que convierten el hidrógeno en helio, comienzan a usar el hidrógeno presente fuera del núcleo. Se inicia su transformación estelar en una gigante roja, con una atmósfera tan expandida que normalmente envuelve (y destruye) a los planetas cercanos a ella, como la Tierra respecto del Sol.

En la fase final, la estrella se despoja de su atmósfera exterior, dejando un núcleo brillante con una temperatura superficial de alrededor de 5.000 grados Celsius pero que poco a poco se va enfriando. Ese núcleo compacto es lo que llamamos enana blanca. La estrella está esencialmente inactiva. Produce calor y luz de la misma manera en que las ascuas de un fuego apagado siguen dando calor y algo de luz. En el caso de una enana blanca, sus "ascuas" pueden tardar hasta 3.000 millones de años en enfriarse del todo.

Una vez que la gigante roja se ha despojado de su atmósfera exterior, los planetas más distantes que estaban más allá del alcance de esa atmósfera podrían comenzar a acercarse hacia la enana blanca como consecuencia de efectos orbitales y gravitatorios. También es posible que se formen nuevos planetas a partir del anillo de escombros dejados por la transformación de la estrella.

De todas formas, un planeta debería moverse muy cerca de la enana blanca para ser habitable, entre 800.000 y 3.200.000 kilómetros de la estrella. Esto es mucho menos que la distancia que separa a Mercurio del Sol. De hecho, es sólo entre 2 y 8 veces la distancia entre la Tierra y la Luna.

La enana blanca más cercana a la Tierra es Sirio B, a una distancia de unos 8,5 años luz. Se cree que en el pasado fue cinco veces más masiva que el Sol, pero ahora tiene casi su misma masa aunque compactada en un volumen similar al de la Tierra.

El investigador Agol propone rastrear las 20.000 enanas blancas más cercanas a la Tierra. Calcula que utilizando un telescopio de 1 metro ubicado en la superficie de la Tierra, una estrella podría ser estudiada lo suficiente en 32 horas de observación.

Si no se observase un oscurecimiento de la luz de la estrella en ese tiempo, ello significaría que no existe en órbita a la enana ningún planeta lo bastante cerca de ella como para ser habitable.

Si hubiera un oscurecimiento periódico de la estrella podría delatar la existencia de un planeta cerca de ella, al pasar éste por delante de la estrella (desde nuestra perspectiva visual). Si es así, la distancia podría ser la necesaria para que un planeta tuviera la temperatura idónea para la vida, aunque habría que estudiarlo detenidamente para llegar a esa conclusión.

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