Una nueva prueba refuerza la idea de que las profundas aguas salinas subterráneas en la Cuenca Witwatersrand de Sudáfrica pueden haber permanecido aisladas durante miles, tal vez incluso millones de años.
El estudio, recientemente aceptado para su publicación en Chemical Geology, encontró gas noble neón disuelto en el agua en grietas de tres kilómetros de profundidad.
El inusual perfil del neón, junto con las altas salinidades y algunas otras firmas químicas únicas, es muy diferente a todo lo visto en los fluidos fundidos y gases que surgen de debajo de la corteza terrestre, de acuerdo con la profesora Barbara Sherwood Lollar de la Universidad de Toronto, que es el miembro canadiense del equipo internacional que produjo los resultados.
“Las firmas químicas tampoco coinciden con las del agua del mar o de aguas más arriba en la cuenca de Witwatersrand, en tanto que en la mayoría de las regiones de la corteza, las aguas subterráneas muestran evidencia de mezcla con las aguas superficiales y son ampliamente colonizadas por microorganismos”, comenta. “Llegamos a la conclusión de que las aguas más profundas fueron producto del aislamiento y la extensa interacción química entre agua y roca a lo largo de escalas de tiempo geológicas increíblemente largas”.
La prueba irrefutable fue la antigua roca basal.
“Sabemos que esta firma de isótopos específicos de neón fue producida y atrapada en la roca hace al menos dos mil millones de años. Todavía podemos encontrarla allí hoy”, dijo la Dra. Sherwood Lollar. “El estudio muestra que parte del neón logró salir de los minerales de la roca, disolviéndose poco a poco, y depositándose en los fluidos en las grietas. Esto sólo podría suceder en aguas que han quedado realmente aisladas de la superficie por períodos de tiempo extremadamente largos”.
El descubrimiento añade otra dimensión a lo que sólo recientemente ha sido reconocido como un entorno realmente único.
Uno de estos sistemas de fracturas contiene el ecosistema microbiano más profundo conocido en la Tierra. Se trata de organismos que medran independiente de la luz solar, usando la energía química que se origina en la roca.
“Estas comunidades microbianas profundas amplían radicalmente nuestro concepto de habitabilidad del subsuelo de la Tierra y, de hecho, de nuestra biosfera”, comenta la Dra. Sherwood Lollar.
“Teniendo en cuenta que tienen una similitud genética con los organismos que se encuentran en las fumarolas hidrotermales, suponemos que esto no es un origen distinto de la vida, sino que estos organismos llegaron de otros lugares para colonizar estas rocas en la antigüedad”, dijo.
“Es evidente que el largo período de aislamiento afectó a su evolución. Ésta es un área que esperamos explorar con posteriores investigaciones con nuestros colegas de la microbiología”.
La autora principal del artículo es Johanna Lippmann-Pipke del Helmholtz-Zentrum Dresden-Rossendorf en Leipzig, Alemania. Participaron en el estudio investigadores de Alemania, Sudáfrica, Estados Unidos y Canadá.
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