jueves, 28 de abril de 2011

El ciclo vital de la Antártida está alterado por el cambio climático

El ciclo vital de la Antártida está alterado por el cambio climático


El cambio climático altera los ciclos vitales en la Antártida. En los últimos años, los científicos han observado grandes agrupaciones de más de 300 ballenas jorobadas pegándose buenos festines en los grandes bancos de krill antárticos nunca vistos en más de 20 años de observaciones.

Estos avistamientos, captados en aguas libres de hielo a mediados del otoño austral, sugieren a los científicos que las poco estudiadas bahías antárticas son unas importantes zonas de alimentación de estas amenazadas ballenas al fin de la temporada. También son el reflejo donde se puede ver lo rápido que el cambio climático está afectando a esta región.


Un grupo de investigadores de la Universidad de Duke (EEUU) estudio esta superagrupación de ballenas y de krill durante una expedición a la bahía Wilhelmina durante seis semanas del mes de mayo de 2009. Los resultados de su investigación han sido publicados en el último número de la revista científica 'PLoS ONE'.

"Nunca se ha visto una agrupación tan increíblemente densa de ballenas y krill en esta zona y a esa altura del año", asegura Douglas Nowacek, científico de la Universidad de Duke.
Una alta densidad de ballenas

Douglas Nowacek y sus colegas pudieron avistar 306 ballenas jorobadas, se podría decir de otra manera, 5,1 ballenas por kilómetro cuadrado, la acumulación más grande que se ha registrado jamás en la bahía antártica Wilhelmina. Estos investigadores hicieron mediciones de una biomasa de krill de aproximadamente dos millones de toneladas. En estas aguas sólo unos pequeños fragmentos flotantes de hielo cubrían menos del 10% de la superficie marina de la bahía. El equipo volvió a la zona en mayo de 2010 y recogió de nuevo cifras muy similares.

Hace algunos años, el hielo solía cubrir casi en su totalidad la bahía y los fiordos por el mes de mayo, protegiendo al krill y obligando a las ballenas a migrar hacia otra región para encontrar el alimento. Pero el avance del cambio climático en esta zona durante los últimos 50 años ha reducido de forma sustancial la extensión de hielo y ha retrasado la aparición de la cubierta helada.

"La pérdida de hielo marino es una buena noticia para las ballenas a corto plazo, ya que les sirve en bandeja auténticos festines de krill. Pero es una pésima noticia a largo plazo para ambas especies", asegura Ari Friedlaender, científico del Laboratorio Marino de la Universidad de Duke y autor principal de la investigación. "Esto tendrá efectos sobre la capacidad del krill para regenerar sus propias poblaciones y, en consecuencia, de poder mantener las poblaciones de los depredadores antárticos que dependen de los citados krill".

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